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lunes, 16 de marzo de 2015

Dentro del plan divino para salvar a Jesús (no a la humanidad, pues, cada persona es juzgada según sus pensamientos, palabras y acciones), se presentaron circunstancias extraordinarias para no permitir su muerte en un madero, es decir, como un maldito.
¿Cuál ha sido la forma más frecuente de la intervención divina, vistos en muchos relatos bíblicos y no bíblicos? Indudablemente, los sueños. Muchos científicos han contado que vieron la fórmula definitiva para su invento en un sueño. En la Biblia son abundantes las intervenciones divinas mediante los sueños. Yo vi en un sueño la tercera concepción filosófica, planteada en mi libro: FILOSOFÍA PARA TODOS.
Como devoto creyente en Dios, creo, con gran firmeza, que el sueño de Claudia Prócula, esposa de Pilato, fue el inicio del plan divino para salvar a Jesús de la muerte, y para respaldar a este auténtico y sincero profeta en lo que decía sobre la importancia y efectividad de la oración, hecha con fe y devoción, y con acto de contrición de no volver a infringir las leyes divinas y humanas.
Jesús estaba vestido elegantemente como para una gran entrevista, lo que le daba un aspecto muy diferente al de un vulgar criminal de los que Pilato estaba acostumbrado a sentenciar; y sobre todo, porque después de interrogarlo, lo encuentra inocente. Si no hubiese sido por la amenaza de Caifás, de acusarlo ante el emperador Tiberio, de no sentenciar a un judío que se hacía llamar rey; y conociendo Pilato lo intrigante que era Caifás, temió ser destituido del cargo de gobernador en Judea; por eso, se lava las manos, es decir, lo sentencia contra su voluntad, dejando a un Pilato dispuesto a conceder pronto la petición de entregar su cuerpo a José de Arimatea, sin investigar y asegurarse de que Jesús estuviese realmente muerto, y en tan poco tiempo. Ver VIDA DE JESUCRISTO DESPUÉS DE LA CRUCIFIXIÓN en http://vidadespuesdecrucifixion.blogspot.com/
Otra gran circunstancia favorable, lo fue el hecho de que Marta, la hermana de Lázaro, fuese una de las damas voluntaria que daban bebida narcótica para aliviar el sufrimiento de los crucificados; y que hubiese sido ella quien preparó la fórmula que bajó la fiebre mortal de Lázaro, dejándolo en un estado cataléptico bastante parecido a la muerte; y para hacer perfecto el plan divino, la iluminó para que se le ocurriera preparar esa bebida con la noble intención de aliviar el sufrimiento de su Maestro, en lugar de preparar la misma bebida que había preparado para anteriores crucificados. Ella jamás imaginó que la apariencia de muerto, casi real, facilitaría que los soldados romanos lo creyeran efectivamente muerto; pues con esa intención la bebían los faraones de Egipto, para que experimentados médicos lo declarasen muerto, y después aparentar una resurrección a los tres días, y a partir de ese momento ser venerados como dioses.
El plan divino no podía fallar. Después que Jesús entra en un estado de muerte aparente, la gracia y la misericordia de Dios hizo que se presentara un pésimo clima; el día se oscureció pronto por una tormenta de arena fina, proveniente del desierto, lo que obligó a sanedristas enemigos, sádicos y curiosos, parientes y amigos a abandonar prontamente el Gólgota. Los soldados romanos también querían poner fin a su labor, y por eso, quisieron desocuparse lo más pronto posible.
La lectura atenta del N.T. demuestra que Jesús no estuvo en la cruz durante tres días; tampoco tuvo que sufrir insolación, hambre o sed durante tres u ocho días. Por el contrario, sólo permaneció en la cruz durante pocas horas de un viernes, sólo pocas horas antes de la puesta del sol, ya que el día siguiente era doblemente sagrado; era el sábado semanal y de pascua, último día de la gran fiesta de los judíos. Según la costumbre judía, era ilícito dejar que alguien permaneciera en la cruz en el día del sábado o durante la noche anterior a él. Los judíos observaban el calendario lunar, considerándose la puesta del sol como el comienzo del día siguiente. Prácticamente, en la tarde del viernes ya era sábado.
Quienes crean en mi relato pero no sean devotos creyentes de Dios, pensaran que fue otra gran coincidencia que el capitán Mangus estuviese agradecido con el Maestro, y fuese asignado para el caso Jesús de Nazaret. Por eso, cuando José de Arimatea quiso que no profanaran el cuerpo del Maestro quebrándole las piernas, es probable que el soldado quebrador de piernas, en esa tarde, mirara al capitán, y éste estuviese mirando hacia otro lado o simplemente se encogiera de hombros, como para dejarle la decisión de recibir la propina de José. Al fin y al cabo, daba lo mismo entregar un cadáver con o sin las piernas rotas.
Que José de Arimatea fuese rico y tuviese un sepulcro privado para que Jesús no hubiese sido enterrado bajo metros cúbicos de tierra, fue otra extraordinaria circunstancia. Por voluntad divina, Jesús fue llevado a una tumba espaciosa donde se le pudo curar y vigilar durante todo el tiempo que permaneció dentro de ella. Que Nicodemo hubiese sido médico y, como tal, pudo reconocer que su Maestro estaba vivo y supo cuidarlo para su pronta recuperación, fue el broche de oro con el que Dios completaba su plan divino para salvar a Jesús de morir en la cruz, y para que saliera vivo y bastante recuperado de la Tumba.
Y al igual que la posibilidad de que Jesús fuese muerto durante el viaje de ida y vuelta de Egipto, era contrario a la voluntad suprema de Dios que Él muriera en un madero.
Quien quiera ser salvado por Dios que haga méritos como Jesucristo; y que aplique sus enseñanzas. Considero bastante oportuno transcribir nuevamente lo que dice el apóstol Juan: “El que dice, «Lo conozco», pero no obedece sus instrucciones, es un mentiroso y la verdad no está con él. El que le obedece, en cambio, en ése de veras se realiza plenamente el amor de Dios. Así nos damos cuenta de que estamos en él. El que dice que continúa en él, ése debe comportarse como él se comportó. Carta de Juan 1, 5, no incluida en el N.T. compilado en el Concilio de Nicea I.
Si Jesucristo hubiese resucitado en cuerpo astral o celestial, sin posibilidades de ser detenido, y si Dios hubiese estado interesado en demostrar, sin  la más mínima duda, que Jesús había encarnado con doble naturaleza (humana y divina), porque estaba decidido a salvar a esta humanidad pecadora, muy seguramente Dios, hecho Jesús, se le hubiese aparecido a Caifás y a todos sus secuaces conspiradores, que pidieron su crucifixión; y para que todos los jueces y poderosos del mundo ejerzan sus funciones con honestidad y justicia, también se le hubiese aparecido a Pilato, un juez débil y mezquino, que por intereses terrenales cedió a las presiones del tribunal sanedrista de inquisición. Al respecto, el N. T. es muy claro cuando afirma que únicamente se le apareció a los suyos, es decir, a amigos y parientes.
Yo creo que nuestro Dios Padre tiene el poder para resucitar, pero me parece que ésta no es la manera cómo Él opera; creo que no necesita transgredir las leyes naturales que Él mismo creó. A Él le bastaba no permitir que muriera. Indudablemente sobrevivir a la crucifixión era todo un milagro. Cuando alguien se salva de una muerte inminente decimos que ha renacido; y el sinónimo de resurrección es renacer. La historia de la humanidad es abundante en testimonios y hechos reales extraordinarios de personas que han sobrevivido a circunstancias impensadas.
De haber muerto efectivamente en la cruz, Jesús habría fracasado en el cometido que le fue asignado. Quiero decir que Jesús no debía morir sin haber antes predicado a las tribus perdidas de Israel, y haber demostrado que Dios escucha nuestras oraciones.

Si hubiese resucitado, lo habría hecho con un cuerpo espiritual y eterno, es decir, que hubiese adquirido un cuerpo inmortal sin heridas recientes de clavos usados en la crucifixión, libre de la necesidad de caminar y de sentir hambre, sed y cansancio; y no hubiese necesitado de 40 días para despedirse de sus parientes, amigos y seguidores.